viernes, 3 de agosto de 2007

Sin ruido

Lentamente, el puñal cae sin temblar y se hunde en las carnes blandas. El tiempo se detiene en el destello del acero que arremete como una ráfaga de fuego al torpe cuerpo. Para cuando el golpe ha causado el máximo desgarro, los párpados han comprendido que ya estaban ciegos, muertos desde hace años esperando. No hay dolor. No hay resistencia. Solo un aceptar el escurrimiento tibio del sudor y la sangre que abriga el penúltimo momento. Así, de pronto el aliento se escapa. La mente se detiene. El pulso calla. El cuerpo se olvida y la vida se deja perder, de agotamiento y tedio. Con esa calma estoy. Agotada. Exhausta. Vacía. Sola. Esperando el porvenir después de la devastación. De las ruinas. Del campo arrasado y estéril. Después de la nada misma de donde vengo. Después de la destrucción total de éste mundo mío que cayó como un castillo de arena. Soy la única sobreviviente de un pasado y mil historias que no logro contar sin recordar el tiempo muerto. Detenido para siempre en el destello de aquel acero que dibujan mis ojos cerrados, clausurados, al sol del nuevo día.

2 comentarios:

MeRiAdOx dijo...

Uf!... el post anterior y este están increíbles... no sé que pensar, porque los textos son super tristes, melancólicos, pero literariamente hablando, son excelentes... sin embargo, el sentimiento detrás es tremendo... no sé si será que están bien logradas las imágenes que evocas mediante las palabras o realmente es así de duro... no sé si sentirme feliz por leer tus palabras o triste por tu sentimiento... es algo agridulce esta situación...

Me siento feliz de encontrar en tu espacio tanto sentimiento y bello arte... para lo que te pueda servir cuentas conmigo...

Besos!

griselda dijo...

Me alegro de que te gusten las cosas que voy subiendo, aún con ese raro gusto que sentís que te dejan...
La verdad es que soy una persona bastante más alegre y optimista de lo que podría pensarse leyendo éstas palabras... y esa buena disposición para con las cosas, la gente, etc, persiste en mí siempre.

Suelo ser la que anima y mima a los que quiere cuando se apenan, la que los escucha y acompaña... pero cuando yo me caigo, caigo feo, hasta el fondo, y casi nada puede sacarme de ése lugar.

Es mi gran dificultad. Soy los dos extremos, juntos. He sido y soy inmensamente felíz, no por cinco minutos, sino por días, semanas... Y también conozco muy bien el dolor, la angustia, el sentirse morir, como contaba.

Y en ese vaiven, escribo, pinto, dibujo...y ayuda. Voy dejando como testimonio de cada uno de mis estados. En el blog convive ésto con el sol que te gustaba, por ejemplo...

Así que: gracias por tus palabras (que me sirven siempre), por pasarte, por ofrecerme tu apoyo y... cuando pase el temporal, prometo transmitir también un poco mi felicidad a ver si contagio!!!