jueves, 21 de junio de 2007

La vuelta

Una y otra vez gira ésta rueda. Atada, me confundo en sus vueltas. Cada vez llego en menos tiempo al mismo punto, y cada vez es más difícil evitarlo. Odio éstos ciclos de silencio. Odio ésta espera del milagro. Esta esperanza que todavía se acomoda en el sillón dispuesta a pasarse la vida entera mansamente. Odio éste nudo de palabras que trago, que espesa la saliva hasta impedir que el aire entre. Odio el ahogo al borde de la asfixia. Odio que no veas lo que enfrento por no enfrentarte. Y odio la chispa que vuelve con la intuición de tu rostro. Con el sonido de tu nombre. Con el recuerdo táctil de unos pocos rincones de tu cuerpo. Odio la calma que debiera ser grito. Odio las veces que me repito que no volverá a pasarme y sucede. Otro giro. Otro más. Sin respuesta. Ni mareos. Ni posibilidades de escapar. Otro giro para ésta tortura sin salida que no encuentra un final.

miércoles, 20 de junio de 2007

Las alas y la muerte

Con el peso de unas alas de cemento intento levantarme por milésima vez y solo consigo desgarrarme tironeando de cada nuevo impulso. Cuando me rindo, me río de mí misma. De cara al suelo, en medio de aquel tibio charco del primer elemento. No me duele el dolor, me duele mi propia ingenuidad, mi propia torpeza. Entonces, con el leve peso de unas alas de ensueño me disparo hacia todos las versiones posibles de un nosotros de cielo. Y hasta ahí vas distante, a desgano, con miedo. Ya no quiero más alas. Ni bordadas de oro. Ni tejidas con palabras. Ni apretadas a los tobillos con cientos de cadenas. Ya no deseo el aire, ni el vuelo de luciérnaga boba. Prefiero las piernas ancladas en la tierra. Las manos rotas curando las heridas, amasando el pan, desgajando lentamente cada día. Prefiero los ojos bien abiertos para poder ver qué lejos estás, cómo te vas diluyendo, como te dejo como a un vestido viejo.

lunes, 18 de junio de 2007

mujer con pañuelo rojo

Si pudiera colgarme de tu nube, de cara al tiempo eterno que perdimos... Si pudiera alejarme por un rato del suplicio tierno de cada vez que me quisiste... Si supiera encontrarte cuando muero y me levanto de mi tumba solo para seguirte de lejos, en las sombras del silencio...Si pudiera alcanzarte con un soplo, cuando me hundo en los pocos recuerdos que me diste, en las pocas palabras que gritaste, y en el brillo fugaz con que te miro...