lunes, 20 de agosto de 2007

El rostro que estalla

Es un terremoto que hace polvo lo que soy y me libra a mi suerte, dejándome en mis manos por completo para que me reconstruya según mis propios sueños y mi humilde trabajo. Sin compasión, sin anestesia, ni bellas palabras. Es el golpe que despierta sin causar mayores males. El incendio que destruye toda obra, todo recuerdo y todo sentido. Me deja en la calle para que inicie nuevas obras. Me borra los caminos para que haga el mío. Me pone de frente a la hoja en blanco de toda una vida nueva por estrenar. Me desnuda para que pueda volver a elegir qué ponerme. Me deja sin palabras para que yo las descubra. Me enfrenta con mis posibilidades para que yo misma las explore y las amplíe. Me trae de nuevo a mí misma cuando estoy perdida. Y celebra que haya vuelto a casa después de tanta lucha. Es lo más real que he conocido. Lo más profundo y cierto. Lo más eterno. Puro impulso espontáneo y sin sentido. No responde a la lógica. No es premeditado. No puede acreditarse, ni suspenderse. Se desborda, se desliza, se cultiva y se comparte con la mirada cómplice de los juegos a escondidas. No se pide ni se quita. No se piensa en ningún momento. Se vive y se recuerda cuando falta un par de ojos abiertos de cara a la noche por venir. Quedamos sin palabras que puedan explicarlo. Pero el cuerpo lo habla en silencio absoluto. Traspasa la piel para abrir, una por una, todas las cárceles al alma. Alivia y salva.

1 comentario:

Simink® dijo...

wow... muy lindas palabras!... reponerme? jajaja vivo arruinado!!! hay cosas que son asi y asi van a seguir siendo, pero bueno... como siempre, para adelante!!! cuidate mucho! adios...