lunes, 30 de julio de 2007

Si la noche hablara

Si la noche hablara, contaría de todas las puertas que no me animé a abrir. De cada latido que no supe descifrar. De cada gemido que no quise comprender. De cada sabor que me perdí.
Si la noche hablara contaría los pocos pasos con los que te fuiste. Las frases hechas con las que intenté confundirte. Las miradas que censuré antes de que pudieras descubrir.
Si la noche hablara, te contaría todo lo que soy cuando no estás. Cada debilidad. Cada secreto. Cada razón para esperarte. Para perderte. Para querer arrancarte del brillo fugáz de éste presente.
Si la noche hablara de tu recuerdo... se iluminaría de pronto, como el pleno día en que despierto.-

lunes, 16 de julio de 2007

La línea de los poros

De éste lado de la piel, las estructuras de hacen líquidos tibios. Y las oscuridades que me envuelven, bombean sus latidos al ritmo sostenido del aire. De éste lado de la piel, yo misma. Yo sola. Yo perdida. Recuprerada. Con la edad exacta de cada célula. De éste lado, yo presa y yo dueña completa de mis pasos. Afuera el mundo. Vos. Ellos. Los demás que quiero, olvido, cuestiono, espero. Siempre lejanos. Separados por una doble barrera de poros sensibles, los tuyos y los míos. Por eso es que me parecés pergamino indescifrable, enigma abierto, jeroglífico que ninguna mente brillante puede interpretar. Por eso no te entiendo a vos ni a tus palabras, pero sí tu soledad y tu dolor. Tu vacío. Tu límite de poros fuertemente enlazados como escamas. Tu coraza, tu pequeña jaula. Antes, jugaba a conocerte con las manos. Ahora, que te veo tan cómodo y seguro del otro lado de tu piel gastada, prefiero dejarte ahí. Tranquilo y solo como siempre estuviste, como siempre estamos todos, como sé que te gusta estar.

viernes, 6 de julio de 2007

Hubo y hay un par de soles faros en mi vida. Unos seres que aparecen un día de la nada para encender alguna llama pecho adentro. Algunos, llaman a la puerta con suspiros. Otros las traspasan con solo una mirada. Otros las derrumban con la fuerza de un huracán en plenilunio. Te salvan. Te resucitan y después desaparecen sin dejar miguitas en el camino.
Hubo y hay, un par de soles que se ocultan. Llamitas intermitentes que se sienten cabeza de fósforo y son hoguera.
Hubo también, y hay, un par de soles muertos. Que no alumbran, ni entibian, ni guían los pasos ciegos que voy dando por la vida.
Pero a todos..., a ése puñado de soles que tengo, que tuve o que recuerdo, les debo la vida porque estaba muerta. Les debo el aire, el color, la música, el vuelo, el pulso, la tierra, el alimento, el motivo, y el cielo.
Así que, gracias por dejarme el fuego.