jueves, 17 de mayo de 2007

miércoles, 16 de mayo de 2007

La distancia y las esferas

Juntos es lo mismo.
Somos dos islas en medio de un océano de nubes.
Apenas hay espacio para nuestras dudas y para tanto dolor.
Aunque me sostengas, no puedo evitar perderme. Caerme. Hundirme cada vez que trato de tocarte. Traspasarte cada vez que intento abrazarte. Confundirte si pretendo explicarte la muerte que bebo en cada taza.
Y si descorro un poco ésta pena densa y pegajosa, adivino la misma distancia en tu frente. Escondido. Aterrado en quien sabe qué rincones. Desconcertado entre todos tus reflejos. Atrapado en una maraña de palabras que se convierten en silencio cuando traspasan tus labios.
Somos dos islas y ni siquiera podemos acercarnos.

martes, 8 de mayo de 2007

viernes, 4 de mayo de 2007

miércoles, 2 de mayo de 2007

La sombra de las almas

Cuando la noche crece entre la vegetación sin fondo, cuando la humedad acuna mil insectos plateados, cuando se suspende el grito de las fieras hambrientas, una fogata y un hombre pequeño se entrelazan.
Otros más lejos, repiten un sonido extraño mientras giran sobre sus talones de barro. Cada uno lleva una braza encendida entre los ojos blancos.
El hombrecito su hunde en la música y el tambor multiplica sus latidos para que el mundo de las sombras se proyecte y la sangre devore el tiempo.
Él devuelve a las almas su último aliento, las libera de su prisión de tierra apisonada, las invita a bailar para olvidar que apenas son ceniza desmembrada. Para que recuerden la consistencia y el peso exacto de la carne, el calor del cuerpo cuando el sol abraza, las marcas de una piel que se estremece.
Aúllan de placer, pronuncian maldiciones, ríen carcajadas de estrellas, prometen pestes y plagas, besan con labios de sal a perplejos amados, escupen a los vivos, anuncian catástrofes tremendas, o susurran secretos que callaron por siglos.
Y ésos son sus últimos gestos humanos.
Para cuando amanece, el hombre pequeño, se volvió gigante. La fogata, dulce cascada. El sonido febril, eco sordo y vacío.
Las almas descansan ahora, cada cual, en su pobre nido.-

martes, 1 de mayo de 2007

Palabras

El poder de las palabras, es muy grande.
Pueden abrir o cerrar cien puertas y mil mundos. Pueden curar o sanar con el solo sonido. Pueden acercar o alejar, esconder o mostrar. Encasillar. Enredar. Condenar. Liberar. A veces, sin darme cuenta, quedo presa de mis propias palabras. Siempre que trato de definirme a mí, mi realidad, mis sueños, lo más importante queda afuera. Y yo, atrapada en mi mirada, mis rótulos, mis interpretaciones... completamente aislada del mundo, de la vida, de la realidad.
También lastiman, y lleva años reponerse del golpe. Porque de pequeñas puntadas de palabras se tejen los engaños más crueles. Y las redes son invisibles, pero difíciles de cortar.
Después de un sufrir un poco, se toman con pinzas. Su poder se diluye y se vuelven intrascendentes. Ahora sé que es mejor tener buena vista para ver lo que las personas hacen, que buen oído para escuchar lo que dicen.
Pero, lo mejor de todo, es cuando las palabras se hacen innecesarias.
Cuando una mirada lo descubre todo.
Cuando ocurre la magia con tanta intensidad que no necesita ser nombrada, convocada ni explicada.
Yo todavía no puedo encontrar las palabras para describirte.
Ojalá nunca las encuentre, porque prefiero éste brillo especial.
Éste temblor en las rodillas.
Éste tambor sin frenos en el pecho, cuando me acuerdo de nosotros y de todo lo que no puedo contar por el momento.